Noticia extraida de: www.abc.es
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Todo alimento puede ser parte de una alimentación saludable siempre que sea consumido con moderación
Es necesario abordar el problema de obesidad desde una nueva perspectiva que involucre al placer en la ecuación –tanto elegir qué comer, como en la elección de la actividad física- pues los esfuerzos basados en la restricción, la prohibición y la regulación han fracasado en su propósito, apuntan los expertos reunidos en la IV Serie Científica Latinoamericana 2014, celebrada en Buenos Aires (Argentina).
Así Mónica Katz, de la Universidad Favaloro de Argentina, aseguró que «la obesidad es un desorden de aprendizaje», que puede corregirse porque las personas son capaces de aprender o desaprender conductas que afecten su estado de salud y bienestar. Esta especialista en nutrición considera que el placer no es un «extra» en nuestra vida, sino un componente central que guía nuestras decisiones y puede aprovecharse para incorporar hábitos saludables. «Está demostrado que los esfuerzos para reducir el sobrepeso basados en la restricción, la prohibición y la regulación han fracasado», señaló.
Para Katz «la comida es un estímulo fisiológico, no puede ser adictiva porque al comer estamos respondiendo a una necesidad de nuestro organismo. No se puede ser adicto a una recompensa natural, porque el placer que encontramos en ello son respuestas naturales». Y añadió que la «demonización» de determinados alimentos está limitando la creación de un espíritu crítico y de discernimiento personal sobre lo que más le conviene al individuo para lograr una sana alimentación.
Por el placer de comer
La experta cree que los estímulos placenteros guían el aprendizaje, ya que de forma natural el cerebro busca repetir aquellas acciones que generan sensaciones agradables y provocan la liberación de dopamina en el flujo sanguíneo. Así, es posible utilizar este sistema de recompensas para mantener una dieta balanceada reencontrando el placer en la comida, en porciones adecuadas.
En esto coincidió Paul Rozin, de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, quien afirmó que no se debe sacrificar el buen sabor de los alimentos por su contenido calórico, sino encontrar la medida adecuada en las porciones para poder disfrutar de la comida, sin que ello se traduzca en un aumento de peso.
'Paradoja francesa'
Rozin explicó la llamada “paradoja francesa”, como se ha llamado al hecho que Francia tiene un 50% menos obesidad que EE.UU., aún cuando los galos comen con más grasas. Rozin recordó un estudio en el que compararon matemáticamente los tamaños de productos alimenticios individuales de supermercados franceses y norteamericanos. La medición demostró que la ración media de comida en París es de 277 gramos versus los 346 gramos que adquiere en la ciudad estadounidense. Es decir, en EE.UU. las porciones promedio por unidad son 25% más abundantes que en Francia.
«Pienso que la mejor manera de solucionar el reto del sobrepeso es a través de una economía de libre mercado. Hace años las empresas alimentarias respondieron al interés público en los alimentos bajos en grasas y los alimentos orgánicos. Ahora, las empresas alimentarias en EE.UU. están produciendo porciones más pequeñas. Esta solución es mucho mejor que la regulación», afirmó Rozin.
Las porciones promedio por unidad son 25% más abundantes que en Francia
Como conclusión, Katz afirmó que la mayoría de las estrategias para mejorar los hábitos de vida en la población han sido basadas en la información o enfoques punitivos y prohibitivos. «Comer rico es un derecho. Todo alimento puede ser parte de una alimentación saludable siempre que sea consumido con moderación», concluyó.